Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santilla, religiosa mexicana que pasó a la historia conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, es una de las grandes figuras de la literatura universal. Considerada por la historiografía literaria uno de los principales exponentes del Siglo de Oro español, por la historiografía latinoamericana uno de los más importantes personajes históricos, es también para la historiografía feminista uno de los iconos fundamentales del movimiento de liberación de las mujeres. Sor Juana Inés de la Cruz pasará a la historia como una mujer decidida que trascendió los límites del género y una autora que, a través de la escritura, definió otras formas de relacionarse con la vida, con Dios y con el amor. Dotada de una inteligencia fuera de lo común, exigió el derecho de la mujer a la educación, siendo la suya una de las primeras manifestaciones de la emancipación femenina.
Objeto de numerosas investigaciones, grandes autores contemporáneos le han ofrecido su atención. Ya desde temprana edad manifestó su interés por el conocimiento y las letras. Aprendió a leer y a escribir a la edad de tres años al tomar clases con su hermana mayor a escondidas de su madre. Descubrió la biblioteca de su abuelo y de esta forma, inició su gusto por la lectura, el estudio de los clásicos y su primer contacto con la teología del momento. Se despertó su afán de saber y su sed de conocimiento, que alimentaría de forma permanente durante toda su vida, incluso llegando a querer ingresar en la Universidad, privilegio reservado a los hombres, sugiriendo disfrazarse para poder acceder a esta. Se dice que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien “que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas”.
Al morir su abuelo, Juana Inés se trasladó a vivir a México capital, donde vivió con una hermana de su madre. Su estancia en la capital la llevó a ingresar, entre 1664 y 1665, en la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera, donde se convirtió en la protegida de la virreina. El ambiente de la corte, culto e ilustrado, y la protección de los virreyes marcaron decisivamente la producción literaria de Juana Inés, que se desarrolló tocando los más diversos ámbitos literarios. Sus capacidades y su inteligencia son ya sobradamente conocidas como una excelencia nacional.
En este tiempo, dicen algunos críticos como consecuencia de los desengaños amorosos, dicen otros como resultado de su aversión al matrimonio, Juana Inés decide ingresar monja. Su particular visión del amor, que en sus poemas se deja entrever como un espacio “descorporizado” y por tanto carente de sexo determinado, y su rechazo del matrimonio la llevan a ingresar en la Orden de San Jerónimo, donde pudo escribir, estudiar, experimentar y continuar recibiendo las visitas de sus amistades, siempre mujeres, y mantener ese vínculo que ella tan celosamente guardó y que alimentaría también en sus poesías. Especialmente reveladora es la amistad que mantuvo con la virreina María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, quien fue muy cercana a ella. Mucho se ha especulado sobre esta relación pero poco puede probarse, salvo una producción literaria en la que la condesa aparecería citada de forma explícitamente pasional y que demostrarían la particular visión de la poetisa sobre las relaciones y el amor. Estas no prueban que fuera lesbiana, pero demuestran sin vacilación un cuestionamiento profundamente temprano de la heterosexualidad como norma inconmovible:
Yo, pues, mi adorada Filis,
que tu deidad reverencio,
que tu desdén idolatro
y que tu rigor venero:
[…]
Ser mujer, ni estar ausente,
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo
Entre 1690 y 1691 se vio involucrada en una disputa teológica en defensa de su labor intelectual, en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación y probablemente fue este el principal motivo del extraño cambio en la poetisa. Hasta la fecha no se conoce con precisión el motivo de tal cambio; los críticos católicos han visto en Sor Juana una mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo. Otros, en cambio, adivinan una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir y se la obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja. Su propia penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento: «Yo, la peor del mundo», que se ha convertido en una de sus frases más célebres. Poco antes de su muerte fue obligada por su confesor a deshacerse de su biblioteca y su colección de instrumentos musicales y científicos. A principios de 1695 Sor Juana cayó enferma en una epidemia que causó estragos en toda la capital.
La principal aportación de Juana Inés es la amplia caracterización psicológica de los personajes femeninos. Desde una lectura feminista, que es la que aquí nos compete, uno de sus grandes temas resultó ser la mujer fuerte, muchas veces protagonista, siempre inteligente y finalmente capaz de conducir su destino, pese a las dificultades de su posición dentro de la estructura de la sociedad barroca, que castraba sus posibilidades en todas las direcciones. En este sentido, la contribución de Juana Inés de la Cruz, a una historia de la cultura femenina plasmada una vez más en la literatura, convierte sus obras en documentos de liberación femenina, en tanto que exige el derecho a la educación de la mujer en un tiempo en el que el saber y el conocimiento estaban limitados a los hombres. Así, Sor Juna se convierte en la pionera indiscutible del movimiento moderno de emancipación femenina.
No existen evidencias explícitas de que Juana Inés de la Cruz fuera lesbiana, pero su esfuerzo por neutralizar simbólicamente su sexualidad a través de sus letras, recalcando el papel de la mujer en el ciclo de la vida, la permanente defensa que realizó de la virtud y la verdad de la amistad femenina, así como la creación de un universo donde la mujer reinara por encima de todas las cosas en un momento histórico intensamente adverso, son rasgos que muchos movimientos de liberación sexual, en especial el latinoamericano, han tomado como símbolo innegable del feminismo y de los movimientos LGTB contemporáneos.
Cuántas historias como esta no conoceremos. Mujeres apasionadas y de gran talento sepultadas por el machismo más atroz, grrrrrrrrrrrr
Ñiggggg… hace años leí una novela en la que se contaba la historia de amor entre Sor Juana y la Virreina. ¿Alguien sabe por ahí de que estoy hablando? Fué una lectura veraniega de un libro prestado y ya no recuerdo el título 🙁
Yo conozco dos textos, no sé si sea alguno de esos: José Luis Gómez, El beso de la virreina: la historia sugerente y cautivadora de dos mujeres condenadas por el placer, México: Booket, 2011.
“El tintero y el Caldero” en Francisco, Martín Moreno, Arrebatos carnales I: las pasiones que consumieron a los protagonistas de la historia de México, México: Planeta, 2011.
Son publicaciones de México. Creo que se pueden comprar en línea y hay e-book.
Chicas, yo soy fan de esta mujer, muchas gracias por rescatar su memoria
Hay una película sobre ella, que se llama justo así “Yo, la peor de todas” de María Luisa Bemberg, una directora argentina y protagonizada por Asumpta Serna
La peor de todas…
Lo que más me gusta es como está contada la historia, te absorve…
Muy bueno el resumen de su biografía 🙂
He aquí el link, para quienes se animea a ver la película: Yo la peor de todas
http://www.youtube.com/watch?v=PTI7H1ohD2M
Antes de Juana Inés de la Cruz hubo otras… como la autora de “La ciudad de las damas”: Christine de Pisan (también conocida como Cristina de Pizán)
ALLA POR LOS AÑOS 1.987, HE ESTUDIADO LITERATURA, Y LA VIDA SE SOR JUANA INES DE LA CRUZ, FUE CAUTIVANTE POR EL MENSAJE QUE ENCIERRA SU HISTORIA.- HEVISTO ADEMASEN LATELEVISION ARGENTINA SU PELICULA “YO LA PEOR DE TODAS”,…APASIONANTE.-