“Soy una lesbiana rusa fingiendo ser heterosexual para no ser perseguida”

Se llama Sofie. Tiene 19 años y una gran madurez. En pocos meses ha visto como la LGTBfobia en su país se ha institucionalizado. Cómo el quitar la vida a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales es un acto sin castigo y casi sin valor.  Este es su testimonio:

“Cuando le dije la verdad a mi madre (una mujer rusa) acerca de mi orientación sexual, ella lo negó y trató de ignorar mi homosexualidad durante casi un año. En junio, antes de salir hacia el Desfile del Orgullo Gay de Toronto con mi novia, ella me dijo que me ‘comportara’. Mi madre no se siente cómoda con mi sexualidad, nunca la ha aceptado. Este mes, cuando cogimos juntas un vuelo transatlántico dirección a Rusia para visitar a nuestros familiares, no me advirtió de nada.

Yo ya lo sabía.

Rusia siempre ha sido conservadora y homófoba, pero en los últimos años ha pasado de la ‘simple’ desaprobación de familiares al gobierno ejecutando una de las más intensas posturas antigay del mundo. Casi todos los días, el gobierno difunde nuevas leyes y declaraciones que hacen la vida de los rusos gay cada vez más difícil e imposible. La legislación actual prohíbe que la gente fomente ‘propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales a menores de edad’. Debido a que la ley rusa carece de una aclaración de propaganda gay, la ley prohíbe a la gente abogar a favor de los derechos sexuales. Algunas personas han sido atacadas por parecer gay; la policía arrestó a todos los que asistieron a una marcha del Orgullo Gay en San Petersburgo y el mes pasado un grupo neonazi obligó a un chico a revelar su orientación sexual ante una cámara de vídeo y luego lo golpearon brutalmente. Probablemente, los agresores del niño pensaron que le estaban haciendo un favor sacándole a golpes lo gay.

Aunque tengo la suerte de ser una ciudadana canadiense que reside de manera segura en Toronto (me mudé de Rusia a Canadá en 1998 porque mis padres querían una vida mejor para mí), ahora soy una lesbiana rusa visitando a mi familia en Rusia.

Para sobrevivir las últimas dos semanas he tenido que fingir ser heterosexual.

Actualmente estoy en casa de mis abuelos en un pequeño pueblo al sureste de Rusia, con una población de menos de 600 personas. Mis abuelos, tanto los maternos como los paternos, viven aquí. Cuando era pequeña, venía a este lugar cada verano durante un mes, pero al crecer cada vez me aburría más, por lo que empecé a visitar Rusia con menos frecuencia.

La última vez que estuve aquí tenía 17 años, y aún no había revelado mi orientación sexual. La ciudad más cercana es Samara, que solía ser conocida como la segunda capital durante la Segunda Guerra Mundial. Es la sexta ciudad más grande de Rusia, y un lugar donde los comerciantes te miran mal si eres un poco diferente. Este país fue construido con valores tradicionales cristianos y ortodoxos y también con las creencias de la Unión Soviética. Las estatuas de Lenin todavía adornan las plazas de la ciudad.

La mayor parte del tiempo salgo a pasear o a conducir por el pueblo con mi primo. Él me enseña sus graffitis y roba ciruelas por mí, a veces le regalo monedas canadienses como un producto novedoso. En casa, escuchamos la poca cobertura internacional sobre Rusia y las actualizaciones de la agenda antigay del presidente ruso Vladimir Putin. A mi primo no le gusta Putin, pero tampoco le gustan los gays. Ayer por la noche, en una conversación con él y su amigo, admitió que tiene dos compañeros de clase que son homosexuales, pero él ‘no quiere asociarse con ese tipo de personas’. No dije nada. Si él supiera que yo soy gay, no le gustaría asociarse conmigo. Si los skinheads locales se enteran, les encantaría acosarme y violarme. Cada vez que camino por la calle, pienso en eso cuando los veo mirándome de reojo. Por suerte tengo el privilegio de parecer una chica típica, pero si se enterasen de que soy lesbiana, estarían encantados de corregirme con una violación sexual. Soy una lesbiana, una mancha para mi país, y ellos serían aplaudidos por intentar corregirme.

Además de preocuparme por mi seguridad, mi secreto también ha complicado mi relación con mi tía, entre otros miembros de la familia. Hace unas semanas, fuimos a la boda de su hijo. A mi tía no le gusta la esposa de mi primo, pero ella estaba contenta de presumir que había educado a un buen chico. Un chico heterosexual que antes de cumplir 22 años se ha casado con una chica.

‘¿Te gustó la boda?’, me preguntó.

Era mi primera boda y me senté en una mesa con los amigos de mi primo. Pasé la segunda mitad del evento escuchando a los chicos hacer bromas acerca de chicos gay.

‘Sí’, le mentí.

Mi tía me dijo que cuando yo me case y tenga mi propia boda, podría ser como la ceremonia de mi primo. Una verdadera boda rusa.

Asentí con la cabeza, fingí una carcajada, y después, accidentalmente, me ahogué con mi propia risa forzada. Sé de sobra que cuando me case no será en Rusia y no será como la boda de mi primo. La mayoría de mi familia no vendrá, y probablemente dejarán de hablarme después de enterarse de con quién me voy a casar. Y no hay nada que pueda hacer al respecto. Así que, cada día, cuando un miembro de la familia me pregunta si tengo novio, yo murmuro: ‘No.’ Se quedan sorprendidos. Casi tengo 20 años, y en Rusia, todo el mundo se casa joven. La realidad es que sí tengo una pareja. Tengo una relación seria con mi novia desde hace más de un año. Y me duele, porque cuando hablamos por Skype no puedo presentársela a mi familia como mi novia, ella es sólo ‘mi amiga’. Babushka no entendería. Así que me veo obligada a guardar silencio, por mí y por la seguridad de mi familia. Procuro ser heterosexual con ellos y por las noches uso las camisas de mi novia para dormir.

Me siento impotente. Aunque quiero hablar, no puedo. Mientras que en Toronto tengo una buena, aquí en Rusia tengo una familia que necesita ser protegida con la garantía de mi ‘normalidad’. Me siento impotente porque el único acto valiente que puedo llevar a cabo es ponerme una camiseta con una foto de Keith Haring, un pequeño acto de desafío que nadie entiende.

He oído hablar de las protestas en Moscú y sigo leyendo en Twitter sobre el repudio hacia Rusia, pidiendo boicot contra el vodka ruso y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014. Aunque mi lealtad está con las víctimas, no estoy de acuerdo con los intentos de boicotear el vodka ruso. No estoy de acuerdo con castigar a las empresas por algo que su gobierno intolerante ordenó. Además, soy una ciudadana rusa que tiene un pasaporte ruso y, si protesto o me declaran culpable de cualquiera de las leyes antigays de aquí, podrían detenerme hasta quince días o podrían multarme. Soy lesbiana y rusa. Ambas son mis identidades.

Hace unos días, mi tía me dio este llavero de Sochi 2014. Es difícil mirar la mascota del conejo. Se supone que es un símbolo de orgullo nacional, representa la gloria que nuestros atletas obtendrán el próximo invierno. Pero si coloco el llavero en mis llaves, ¿estoy apoyando a mi país de origen o la homofobia? ¿Estoy usando un llavero o soy una hipócrita?”

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14 comentarios en ““Soy una lesbiana rusa fingiendo ser heterosexual para no ser perseguida””

  1. Que situación tan horrible, que intolerancia, que falta de valores, pero ole tus cojones por no cambiar, por llevar, aunque sea por dentro, tu verdadera identidad, me quejo yo por la sarta de estupideces que se oyen por la tele de vez en cuando, pero no se acercan, ni lo mas mínimo a esta horrible situación. Es una pena, que se castigue, juzgue, torture, humille a las personas por sus gustos, cuando cada uno elige a quien amar, y con quien acostarse, no entiendo que, los humanos, siendo racionales no seamos capaces de entender, comprender y sobretodo, RESPETAR a los demás. Evidentemente , suena a Utopía, el poder pensar que algún día esto cambiará, pero debería ser así, deberíamos poder salir al sitio que nos diese la gana sin miedo a la familia, a los amigos, al exterior, a nada de lo que nadie pensase, y que cualquier usurpación a cualquiera de los derechos que se nos otorgan por ser personas, fuese penado con la ley, por que para eso están. Pero siempre es más facil darse la vuelta, y taparse los ojos ante una realidad mala, en vez de intentar cambiarla. Me hace gracia que la ONU, que los organismos gubernamentales que tienen poder, no ayuden a eliminar todas estas barreras, pero claro la cuestión es que están formados por personas, y hasta que no cambie nuestra mentalidad, nuestros valores y nosotros mismos jamás podrá cambiar nada. Ojala, que la pesadilla de Sofie, de cualquiera que pase por esta situación, e incluso la mia propia terminen pronto, pero jamás dejaré de salir de la mano con mi novia, de darla un beso si me apetece, y de luchar por aquello a lo que quiero, porque puede que tarde mucho, pero si cada un@ aportamos nuestro granito de arena, quizás consigamos una sociedad mejor.

  2. Esta es la lucha que debemos enfrentar dia tras dia. No es Rusa,es el planeta que esta ciego por los estereotipos. Cuando empecemos a reapetar los ideales y la libertad de los demas, las cosas podran cambiar.

  3. Me suena.. una de mis amigas rusas es bi. Acaba de salir pitando hacia otro país, aprovechando la oportunidad que le brindaban de abandonar Rusia y trabajar en otro lugar. Se quedarán sin un montón de buenas cabezas y de almas. En Occidente no deberíamos dar la lucha por perdida. Hay que convencer a Rusia.

  4. está siendo una hipócrita pués se resguarda en el privilegio de físicamente parecer heterosexual por el miedo al rechazo…si tod@s fuésemos sido asi…no se hubiera conseguido tantos logros para la comunidad gay lesbianas trans etc…no tiene por que ir con un cartelito reconociendo su sexualidad,pero tampoco formar parte de comentarios y demás contra gays… aparte de todo esto…es muy mona jajajajaja

  5. Hipócrita? viste los homicidios contra homosexuales rusos en los últimos meses? hipócrita por querer seguir viviendo? según Ud. Isa, tiene que salir a inmolarse? es una criatura de 19 años, por favor

  6. Es una valiente al poner esto en la red, en Rusia se esta matando a la gente y su miedo es comprensible, y escudarse en la heterosexualidad es lo mejor que se puede hacer, ese país esta mal solo podemos prestarle apoyo a la distancia

  7. Tanto no se esconderá cuando firma twitter con su nombre real, y si a mí me ha sido fácil relacionarla con ese artículo, a su familia también. ¿Acaso su familia no tiene internet y nunca ha tenido curiosidad por buscar a familiares por los buscadores?

  8. Halago según que comentarios al igual que critico según que otros. Yo no he sido víctima del miedo que provoca creer que vas a ser golpeada o asesinada, pero si del rechazo de personas muy allegadas. Con respeto a soy lesbiana y rusa… No sé, yo soy excesivamente crítica con España y más en los momentos en los que nos encontramos, aunque sea lesbiana y Española nunca apoyaría a mi país en según que temas, como de echo hago ahora. Objetivamente, aunque se están vulnerando muchos de mis derechos con respecto a la sanidad o la educación, creo que si lo hicieran con algo tan importante como mi orientación, considero que aun lo repudiaría más. Por ello, respeto que calles por tu seguridad y la de tu familia, pero no alimentes burlas sobre nuestro colectivo LGTB, porque no es necesario que salgas del armario, pero podrías no sólo ignorar esos comentarios sino intentar cambiarlos (no con personas que no conoces porque igual peligras, pero si con tu tía o primos). Disculpad si os ofendí, pero es lo que pienso y yo también me he criado en un lugar muy pequeño donde la población homosexual era invisible porque estaba realmente mal vista y castigada (aunque no fuera con la muerte).

  9. Por cierto, parecer heterosexual significa que tiene una apariencia femenina porque viste con ropa femenina. Hay chicas a las que se le notan que son homosexuales porque además de sus gestos más masculinizados (o no), visten con ropa más propias del género masculino 😉

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