No, ni Pablo Larraín (director) ni Steven Knight (guionista) se han lanzado a crearle un amor lésbico a Lady Di, sin embargo centran parte de su película en retratar a Maggie, la asistente de la princesa, lesbiana.
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Maggie acaba siendo la confidente de Diana, frente a las distancias y rígidas normas de la familia real británica, incluidas las del príncipe Carlos. La verdadera Diana confesó en entrevistas varias veces que padecía ataques de ansiedad, algo que relata la película con acierto. Y es Maggie la que le ayuda a afrontarlos con su empatía y acompañamiento.
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Atención, SPOILERS! (Ve la película y luego vuelves).
Como pocas cosas quedan a control de la princesa, la familia real acaba cambiando, sin más, a Maggie por otra asistente, algo que deja en shock a Diana, que luchará por su vuelta.
Una vez lo da por perdido, Maggie es readmitida y le confiesa su amor a la princesa, que se siente halagada y se muestra muy considerada con ella, pero le confirma que no es correspondido. Desde La calumnia que no veíamos una trama semejante, -en esta película con un final muy distinto-.
Nos ha gustado que se atrevieron a abordar el amor, aunque no correspondido, entre una mujer lesbiana y una heterosexual. Diana era una activa defensora de los derechos LGTB y se empeñaba en hablar de sus problemas de ansiedad cuando todavía era un tabú. Toda una revolucionaria para su época.
Lady Di tuvo varias asistentes, una de ellas muy parecida físicamente a Maggie, Anna Harvey, pero de su amor por la princesa no hay prueba alguna de que se diera en realidad. Quien sabe…
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