2005 es uno de los años más importantes para las mujeres lesbianas y bisexuales que vivimos en España. Ese año se aprobó nuestro derecho a casarnos con otra mujer. Y Silvia y Rocío, gallegas, fueron una de las primeras parejas en hacer uso de este esperado derecho.
Un día, caminando por los pasillos de la Universidad en Ferrol, Silvia se quedó prendada de los ojos de Rocío. Por su parte, Rocío cuenta a la Voz de Galicia: «El primer día que hablé con ella ya me quedé pillada». Desde que se conocieron y se enamoraron ya han pasado 14 años. Son una de las primeras parejas de lesbiana que se casaron en España, y la primera en Mollet del Vallés (Barcelona).
Pero el comienzo no fue fácil. «Nací en un pueblo pequeño, Narón -explica Rocío- donde todo el mundo se conoce. Yo me di cuenta de que era homosexual cuando tenía trece años. Fue duro. Me daba pavor salir del armario, y enamorarme ¡ni te cuento!». Tuvo que recibir ayuda psicológica. Para Silvia, el momento de comunicar públicamente su orientación sexual llegó más tarde. «Yo pensaba que simplemente no tenía éxito con los chicos. Cuando a los 21 les dije a mis padres que me gustaban las mujeres, se sorprendieron. Y eso que nunca había llevado un novio a casa». Hoy a esos abuelos se les cae la baba con sus nietos. «¿Que si hemos sufrido discriminación? Creo que somos unas afortunadas. De todas formas, no me giro a ver si me están mirando. Me da igual». ¿Y en el colegio?: «Muchas madres nos agradecen ser parte de la comunidad porque así sus hijos viven y maman esto desde pequeños». En casa no hay secretos. «Maya conoce la historia desde el primer momento. Casi te puede dar una clase de métodos de reproducción asistida. Le hemos comprado cuentos para explicarle cómo hacer para tener un bebé si no hay un papá. Los niños son niños pero entienden perfectamente las cosas».
«Para los dos casos, en la sanidad pública y en una clínica privada, nos pidieron el libro de familia», comenta Silvia, a raíz de una injusticia que aún nos afecta. Una pareja heterosexual puede inscribir a sus hijos sin necesidad de estar casados, a diferencia de una pareja de mujeres, que solo puede optar a la filiación si antes se han dado el “sí, quiero”.
De ser una de las primeras parejas de lesbianas casadas, Rocío y Silvia, 13 años después, son madres y han formado una preciosa familia. No se sienten diferente a otras familias, y aunque tuvieron un comienzo difícil, hacen su vida felices y sin miedo: «Nosotras somos las primeras que tenemos que normalizarlo. No se puede vivir con miedo».
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