Winnaretta Singer nació en Nueva York en 1865, heredera de la famosísima empresa de máquinas de coser Singer Corporation, título que tendría que compartir con sus 20 hermanos.
Amante de la música, tuvo la suerte de estudiar piano y órgano desde pequeñita. La vida la traería la dicha décadas después de convertirse en mecenas y conocer a los mejores músicos de su tiempo, (Ricardo Viñes, Blanche Selva, Clara Haskil, etc) pero también a artistas de toda índole como Isadora Duncan, a la que ayudó mucho y a quien algunos historiadores han señalado como amante de Winnaretta. Ella es la productora de creaciones que han pasado a la historia como el ballet Renard de Ígor Stravinski o el Retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla. La Pavana para una infanta difunta, de Ravel, fue creada en honor a ella, sostenedora de la vanguardia cultural de toda la ciudad de París.
Se casó muy joven con el Príncipe Louis de Scey-Montvéliard, y es que Winnaretta buscaba por encima de todo la libertad que solo podría darle un matrimonio concertado. Sin embargo, era un secreto a voces su lesbianismo, que tampoco se esforzaba en ocultar, y la Iglesia Católica decidió anular su matrimonio. No la detendrían.
Se casó de nuevo, y enseguida, con Edmond de Polignac, también homosexual y 30 años mayor que ella, junto al que se convertiría en una prolífica mecenas. Por supuesto, el matrimonio no tuvo hijos porque su matrimonio nunca fue consumado pero eran grandes amigos y se aliaron para traer todo el arte y la cultura del mundo la ciudad.
En 1894 crearían un Salón en París un su mansión de la Avenue Henri-Martin que hoy en día se considera el refugio de la música de vanguardia de la época. Allí despegaron Fauré y Ravel, entre otros. De allí nacen varios de los relatos de Proust.
La ahora princesa de Polignac perdió pronto a su esposo pero no cesó en su empeño de enriquecer culturalmente a Francia. Usó toda su fortura para subvencionar obras y hacer mecenazgos.
Tuvo numerosas relaciones con mujeres, muchas casadas, que la convirtieron en la comidilla de los cotilleos en toda la ciudad del amor. Famoso fue el día en que el esposo de una de sus amantes gritaba a la puerta de su mansión “Si eres la mitad de hombre que crees que eres, vente afuera y pelea conmigo”.
La Princesa falleció en 1943, dos años antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, que en pocos años arrasaría con la libertad y la prosperidad cultural y social que habían traído los maravillosos años 20´.
En un París arrasado y renacido, todavía perduran su recuerdo y su legado.