Y tú, ¿cuándo te diste cuenta de que te gustan las mujeres?

Cuando aún no sabemos qué es la identidad sexual, qué es una vagina ni cuántas patas tiene, cándidas, inocentes y recias cual espiga de trigo, peleándonos por el balón o los coches más bonitos sin más preocupación que hacer correctamente las sumas y las restas, nosotras ya “nos olemos” que tenemos algo diferente, y no es sólo el hecho de que los chicos nos llamen a nosotras para jugar al fútbol (las demás son una nulidad por regla general) ni que juntos las asustemos con los bichos que vamos encontrando.

Nuestros “modelos espirituales” son muy diferentes: ser He-Man resulta mucho más divertido que ser la típica floja de los dibujos japoneses que siempre sufre de mal de amores; vibramos cuando Aladdin fue a buscar a Jasmine en su alfombra voladora (todas quisimos tener una) y jamás nos pusimos en el lugar de la pobre muchacha que vive encerrada en palacio.

Nos daba igual todo, crecimos sin prejuicios, siendo aceptadas sin grandes aspavientos en una edahd en la que no existen las etiquetas ni los nombres; sólo las personitas pequeñas, con sus virtudes y defectos. ¿Qué nos pasa luego? Pues que crecemos y empezamos a ser miradas de manera particular por las madres de nuestras amigas.

A edades tempranas ya depende de tu forma de vestir. En mi caso, yo era de pistolas, coches y pantalones vaqueros combinados con horripilantes sudaderas que mi madre amenazaba con tirar a la basura cada tarde; nunca lo hizo ni me obligó jamás a ponerme un vestidito con encajes. De todas maneras, poco hubieran durado los bordados, porque yo era la típica niña desgreñada de codos y rodillas magullados que siempre tenía cosas interesantes en los bolsillos e iba corriendo a todas partes siguiendo (o persiguiendo) a una caterva de chicos con un balón en la mano.

A esas edades todavía no tiene importancia, aunque ya comienzas a preguntarte por qué los chicos siguen igual (visten del mismo modo, tienen monopatín, coleccionan cromos) y las chicas han cambiado: comienzan a mirar de reojo a un compañero en particular, van con el pelo suelto, colocan muñequitos en el lapicero y coleccionan hojitas de colores con aroma a fresas silvestres. Pero a ti todo eso te da igual, porque la licencia para el equipo de baloncesto está todavía sin rellenar y eso sí que es importante…

Unos años más tarde, todo el mundo te aprecia, pero los chicos juegan al fútbol en un equipo federado y las chicas llevan carpetas forradas con fotos de cantantes. Ellos continúan vistiendo como siempre, las chicas se maquillan y tú te pones lo que encuentras por el armario. Ahora tú estás en medio; todos te hablan, todos te quieren, pero no perteneces a ningún grupo; para empeorar las cosas, descubres con horror que empiezas a buscar la compañía de la chica más cursi de todas, presintiendo lo peor.

Todos comienzan el juego más antiguo del mundo: el flirteo. Tú también, ya estás en la edad adecuada. Las hormonas causan estragos en la adolescencia: todo el mundo comienza a despertar a la vida y tú persiguiendo un imposible. Al menos las amigas de tu madre siempre le recuerdan la suerte que ha tenido: “Qué suerte hija, que no ande por ahí con chicos”. Frase mítica donde las haya, repetidas hasta la saciedad, provoca una reacción inmediata: “Cotillas, qué les importará a ellas”.

Empezamos a ver películas que descubrimos por casualidad y comprendemos que existen variantes a lo “socialmente correcto”, nos emocionamos con los malentendidos de la trama, nos excitamos con los besos y nos sentimos identificadas cuando la protagonista sufre un desengaño. Y comenzamos a pensar que tal vez sea más importante de lo que parece ir diciendo por ahí que prefieres la almeja al mejillón.

Da comienzo la etapa rebelde, ésa que hace que tu madre se pregunte por qué oscura razón decidió tener hijos y no un acuario. Es entonces cuando decidimos hacernos un corte de pelo radical, cambiar todo el fondo de armario y escoger un “modelo a seguir” que marcará nuestro futuro comportamiento: una cantante, una actriz o quien sea que haya manifestado públicamente su condición de lesbiana. Y se actúa en consecuencia, aunque el look adoptado nos quede fatal, los amigos estén agotados de oírnos reivindicar nuestros bollo-derechos y aunque nuestra amiga (de la que estamos secretamente enamoradas) esté dándose cuenta de que  no estaría mal probar algo diferente. Pero nosotras a lo nuestro: a estar contra el mundo, a protestar por todo, a soñar con nuestra amiga y sus labios carnosos y a lamentarnos de nuestra soltería.

mirales.esEl tiempo pasa. Tenemos nuestra vida, nuestros recuerdos de la infancia, las fotos del pasado que queremos ocultar; algunas obtienen lo que quieren, otras continúan luchando por conseguirlo. Nuestra madre enseña las fotos de la playa en las que salimos desnudas mientras protestamos débilmente por esa sonrisita que esboza nuestra chica y pide a gritos ver más. Los tiempos cambian, la gente pasa y en la conversación surge, inevitable, la pregunta: “Bueno, ¿y tú cuándo te diste cuenta?”. Nunca te lo has planteado, la verdad, y das una contestación muy vaga: que si la adolescencia, que si el primer beso con una chica, que si la profesora sustituta de inglés que estaba tremenda…

Recoges las tazas de café medio vacías, tus amigas acaban de irse. Quedáis sólo vosotras dos y sonríes recordando la preguntita. “¿Y qué más da?”, dices para ti. Otra ojeada a tu chica y una nueva certeza ocupa tus pensamientos: “Yo sí que he triunfado en la vida. Hago lo que quiero, vivo como quiero y soy feliz. Pero, ¿cuándo me di cuenta de que me gustan las mujeres?”.

Bastaba con formular la pregunta a tu madre, que lo ha sabido toda la vida. Y sus amigas, claro.

Y tú, ¿cuándo te diste cuenta por primera vez de que eres feliz?

Comparte este artículo

23 comentarios en “Y tú, ¿cuándo te diste cuenta de que te gustan las mujeres?”

  1. Me encanta esa parte donde hablas de los bolsillos llenos de cosas fascinantes. Cuando me di cuenta de que me gustaban las chicas fue cuando comprendí era que mi deseo no era tener a ningún príncipe azul llenando mi vida de detalles, sino que lo que me hacía más feliz era llenar de ese cariño y atenciones la vida de la chica de mis sueños. Pena que eso haya sucedido hace solo dos años..

    1. Es que si nos hablaran de estas cosas, otra sería la historia, a veces vivimos creyendo ser lo que no somos aunque eso nos haga sentir insatisfechas. Me encanto esa respuesta (será que me identifico?) “cuando comprendí era que mi deseo no era tener a ningún príncipe azul llenando mi vida de detalles, sino que lo que me hacía más feliz era llenar de ese cariño y atenciones la vida de la chica de mis sueños”

  2. Precioso artículo. Pues yo me di cuenta de más o menos a los 9 años, cuando me enamoré perdidamente de Mónica Naranjo, con su pelo bicolor y ondulado, descendiendo en un plató cual diosa griega <3. Pero ya antes sabía que algo raro pasaba cuando veía programas de la tele y me latía muy rápido con algunas presentadoras. O cuando siempre quería hacer "de hombre" cuando jugaba con mi amiga a "las familias". Hay qué ver cómo nos educa la sociedad…
    El primer beso con una chica… no vuelve a haber uno igual!!

  3. jiji, me Di cuenta como a los 6 años cuando mi reacción inmediata era ser “el principe” al rescate de mis compañeras de escuela, toda la familia lo tomo con naturalidad pero yo me metí en un closet hasta los 28 jejeje.

  4. No te lo creo, pareciera que hablaras de mí exactamente. pero vale decir que aún estoy en los 14 en plena adolescencia, peleando con mi madre porque no quiero ir a la iglesia (desde que le insinué que me atraen un poco las chicas se le dio por llevarme todos los domingos), siguiendo de modelo a Julia Volkova y viviendo solo de la música y disfrutando con nuestra banda “Hasta es Final”. En serio me describiste, hasta con lo del corte de pelo. Alguna vez dije en broma “Me voy a rapar la cabeza” y mis amigos se alarmaron porque cuando dije “Me voy a cortar el pelo” lo hice :P.Besos!

  5. Buenísimo el artículo, me he sentido totalmente identificada. Pues en mi caso siempre había alguna profesora a la que le tenía un cariño especial, siempre había alguna chica a la que buscaba entre la multitud sin darme cuenta… pero no descubrí el por qué de estas actitudes hasta que apareció tATu, a mis 15 años. Entonces todo hizo click y entendí lo que me pasaba. Por eso me gusta este artículo, porque es la primera vez que leo lo que me pasó a mí, y es que en mi cabeza no existía la palabra “lesbiana” (aunque sí “gay”, curiosamente), por lo que vivía feliz, aunque sabiéndome diferente. Fue aparecer ese concepto en mi mundo, y de repente empezar mi vida de verdad. 🙂

  6. Artículos que te hacen sonreír, muy chulo. Sea cuando sea, nunca es tarde si la dicha es buena. Ser feliz, es lo único que importa, sea cuando sea.

  7. El artículo me parece que mezcla un cúmulo de cosas que no necesariamente se van a dar en todos los casos. Esto es así. Una no se vuelve lesbiana por Tatu o por He Man, o por jugar a las canicas. Y el lesbianismo no es un camino de felicidad, igual como la heterosexualidad tampoco lo es. Todas lo sabemos. Enamorarse puede dar la felicidad, hacernos sentir en la gloria. Debe ser lo más parecido a Dios que exista sobre la faz de la tierra. Pero también puede ser infernal. Creo que darnos cuenta de lo que realmente somos y no sólo eso sino asumir nuestra sexualidad va más de la mano con la satisfacción que da llevar una vida auténtica que con la felicidad automática de tarjeta postal. Por supuesto que hay role models, sobre todo en los últimos quince años, que han impulsado el ejercicio real de nuestra orientación sexual. En mi caso no han sido determinantes de lo que ya existía, sino un empuje para asumirlo y a vivir mi vida de verdad. Si han sido determinantes (es decir, si eres lesbiana por TATU), háztelo mirar. Lo mío empezó en la guardería (años 70, mucho antes de TATU): esa pequeña emoción cuando ella llegaba, a la hora del recreo. Naturalmente, la cosa siguió, pero claro, era un absurdo y la norma social (príncipe azul incluido) tenía que prevalecer. Pero cada vez más poemas, escondidos bajo el colchón, para “ellas” que se sucedían de manera constante y creciente, hasta que llega la apertura (soy cobarde, como muchas: tiene que llegar la apertura gay de los 90s para asumirnos). Y llega una persona que revienta y enriquece mi vida a partes iguales. Que la parte en dos. Bomba nuclear. Momento de tomar decisiones. Decisiones complicadas. A mi no me gusta jugar fútbol (soy muy marica para eso), no me gustan los gatos ni me gustaba He Man (ni She-Ra), ni me va el Rugby. Yo solamente (aunque sin suerte) me he enamorado.

  8. uhm… a los 22 años, cuando una amiga mía me dio un abrazo y al sentir sus pechos sentí un remolino descomunal… y ya con el tiempo, después dee ese remolino de extasis puro, me di cuenta de por qué me ponía nerviosa y ni hablaba a una compañera de facultad cuando tenía 18 años o a una amiga de una amiga mía… y tirando más hacia atrás… cuando jugaba con una amiga mía de chikitajas quería hacer de novio y darla besitos… ains sin que me dejara meter la lengüecilla… mientras tanto, con la pared de la habitación forrada con los chicos y chicas de sensación de vivir… y así sigo… placer por ammbas partes 🙂

  9. Hola, me gusta lo que acabas de describir. Me di cuenta que me gustaban las niñas cuando yo era una, pequeña e inocente, una las observa mas de lo común, pero hacemos cosas de niños, jugar con autitos, ver caricaturas de héroes y querer ser como ellos, encontrar que lo echo por los niños es mas entretenido que el mundo de las niñas (los juguetes siempre fueron mas interesantes). Hoy en día soy feliz compartiendo con la chica que amo, nosotras las lesbianas nos demoramos en encontrar a esa persona, pero vale la pena vivir todas esas cosas antes, y ser nosotras mismas, pero con ella a tu lado…

  10. Yo me identifico bastante con el articulo, pero la diferencia estriba en que la primera persona a la que bese y con la que me enrrolle si fue una chica, con 22 años, pero luego hubo movidas, y al final cai del burro a los 25. Aunque siempre me viene a la memoria una chica con la que me gustaba mucho estar, y recuerdo, cosa que en aquel entonces no sabia lo que era, que ibamos a campamentos juntas y cuando jugabamos a hacer ahogadillas o al balon, cuando me rozaba sentia algo, pero que iba yo a pensar que esa chica me gustaba. Es ahora cuando lo se.

  11. Después de leer el artículo y los comentarios, he de decir que mi caso es algo distinto. Me gustaría comentarlo por si hay más chicas a las que le ha pasado.

    De pequeña me gustaban todos o casi todos los juegos y juguetes, ya fueran de “niño” o de “niña”. Para vestir prefería pantalones porque me permitían mayor libertad de movimiento, pero también llevaba vestidos. En algún momento deseé ser niño porque veía claramente que ellos tenían más ventajas, más libertad. Y lo de orinar de pie me resultaba tan cómodo…

    Me gustaban las escenas románticas entre un chico y una chica en las películas y me identificaba con la chica, o sea, si me gustaba el actor, quería ser ella.

    Desde que era niña hasta hace unos 3 años nunca sentí atracción hacia ninguna chica. Alguna me podía parecer guapa, simpática, divertida, pero lo que se dice interés por ir “mas allá” pues no me pasó. Me lo planteé varias veces y no, hago memoria y nada, que no. Al menos conscientemente. Pero claro, eso es algo que no puedo saber. La mente es un mundo y por eso me remito sólo a lo que puedo alcanzar…

    Hace poco más de 3 años conocí a una chica que es ahora una buena amiga y empecé a sentir algo especial. Al principio sólo notaba que los ratos que pasábamos juntas se me hacían cortos y un día me dije: aquí hay “algo más”. A partir de ese momento empecé a leer sobre las relaciones entre chicas, a ver películas, a abrirme a este relativamente nuevo mundo para mí. Y ahora puedo decir que me resulta súper tierno ver por ejemplo en la playa, como el otro día, a 2 chicas juntas y muy jovencitas, besándose en el agua. O ver a 2 actrices enamoradas en alguna serie o película.

    Soy consciente de lo duro que es para muchas personas no estar dentro de la mayoría, en este caso, la mayoría heterosexual y creo que si no nos programaran desde pequeñ@s, cada cual viviría su sexualidad como más le gustara.

    Aún me gustan los chicos, pero me interesan menos. Y lo que siento por mi amiga no sé bien lo que es. A veces me digo que estoy colada por ella, otras siento que es sólo un cariño muy profundo y que además, sienta lo que sienta, le debo respeto y aunque puede que intuya algo, nunca le he dicho nada al respecto. A veces creo que ella también siente algo por mí pero…

    Bueno, por si sirve de algo, pongo un dato más: esto empezó teniendo yo 37 años. Eso es lo que más me sorprende. Y cada vez estoy más convencida de que nos enamoramos de las personas aunque luego tengamos ciertas preferencias.

    Un abrazo a todas 🙂

    1. Mi infancia y adolescencia estuvieron llenos de amor a profesoras, actrices, algunas amigas… Todo platónico y distante. A los 30 empecé una relación de diez años con un hombre, a los 40 me di cuenta de que me faltaba algo y, por suerte, conocí (gracias a Imagine me and you!) a mi novia, con la que llevo 6 años de feliz relación. La vida es interesante y no hay que cerrarse a nada por miedo.

    2. A mí me pasó como a vos.No fue sino hasta hace casi 4 años que descubrí que sentía algo distinto por mi nueva amiga. Siempre salí con hombres y ella también. Pero había algo en mi relación con ella que me era más atrayente. Afortunadamente, los sentimientos eran mutuos. Hoy en día estamos x cumplir 2 años y 6 meses de amor puro. Más enamoradas que nunca. Y es como decís, me siguen gustando los hombres pero cada vez me interesan menos. Lo lindo de nuestra relación, entre otras cosas, es que nos fuimos descubriendo a la vez, todo era nuevo para las 2 ya que nunca habíamos tenido relaciones homosexuales. Entonces todo eso del acercamiento, del primer beso, los jugueteos inocentes, los encuentros a escondidas, los momentos de intimidad….es fascinante descubrirte y descubrir a tu pareja de un modo tan natural (porque las cosas se fueron dando naturalmente, nadie apuró nada). Es inigualable.

  12. Me encantó! he de decir que no me identifico con todo! en mi caso aunque empecé una relación con una chica hace 5 años, no me dije a mi misma “eres lesbiana” hasta hace unos meses. Pero de alguna manera desde pequeña he sabido que no he ajustado con la generalidad de niñas… que me han gustado cosas distintas… que si se trata de un duelo que tienes que vivir en el proceso de aceptación, pero que todo va mejor conforme te das cuenta y aceptas lo que eres.
    Yo me di cuenta cuando la conocí y me enamoré perdidamente de ella y empezaron a pasar cosas, y aun sin decirlo empezamos ser pareja, pero me lo dije a misma y comprendí tantos hilos suelos, hasta hace un par de meses.
    Quiero vivir esa felicidad de la que hablas.

  13. Yo lo noté desde el preescolar, pues me gustaba la maestra e incluso se lo decía a mis padres, quienes despúes me refrescaron esos recuerdos. Hoy, cuando hablo con mi primita de 8 años pienso que a su edad yo ya llevaba mi secreto en la cabeza y sabía que decirlo implicaría más que un regaño.

  14. la verdad que yo me vestía con vestidos y me gustaba tener el cabello largo, la diferencia con las demás era que me gustaban los juegos tipo lego los autitos las series y películas de pelea y acción y a las muñecas no les ponía sexo. pero siempre supe que los hombres no me llamaban la atención, siempre me refiero a que desde que tengo memoria los miraba y nada tenían llamativo para mí. luego que lo acepté (pues vengo de una familia tradicional y católica y vivo en un país donde no hay matrimonio homosexual ni adopción) decidí esconderlo y pasé un tiempo en el que hacía deporte casi todos los días y me vestía con lo primero que encontraba (pero eso duró hasta los 18). ahora me visto con ropa y accesorios que yo misma diseño para llamar la atención y me miran muchas mujeres, más que en mi etapa deportista 🙂 aún no me he declarado solo una amiga (que no me gusta más que como amiga) pero espero pronto tener mi primera novia.

  15. Genial artículo, Yo la verdad si me sentido identificada en algunas cosas del artículo.
    Por ejemplo: jugaba con los chicos más que con las chicas, cuándo jugabamos a casitas yo siempre queria ser el padre, el principe o el rei
    Siempre he llevado el cabello corto y no cambié hasta que fui al instituto
    Siempre he sabido que me gustan las chicas, me enteré porque queria besar a una amiga que me gustaba
    En aquel entonces no sabia que exsistian las lesbianas y lo oculté todo durante mucho tiempo.
    Cuándo fui al instituto me hicieron bullying por llebar el cabello corto y vestir como un chico, y en el 3r año de instituto salí del armario para volver a entrar, y hasta hace poco gracias a un amigo gay he salido del todo y nunca he estado mejor conmigo misma 😀

  16. hola…leyendo el articulo y alguno de sus comentarios me he identificado,pero tengo un problema:no se cual es mi orientacion sexual.adigo que soy hetero puedo ver un hombre en la calle lo puedo ver y pensar que es guapo,pero cuando veo a una mujer que me atrae y hablo con ella siento que pasan cosas distintas en mi cuerpo (siento un.susto en el estomago,me pongo nerviosa). Cabe destacar que tuve una relacion con una mujer durante 3 años,ahorita miro atras y me digo:no quiero volver a pasar por eso, el hecho de esconderme,de que mi familia no sepa de esa relacion,de que no la podia presentar ante la gente como mi novia si no como mi “amiga”,etc. he pensando que soy hetero porque asi voy hacer libre,he pensando que puedo sentir por.un.hpmbre lo que a veces siento por una mujer a primera vista,pero me da miedo que este cayendo en negacion de lo que soy simplemente por buscar la aceptacion y la aprobacion de los demas, y como se que ser hetero es lo normal, no tendria nada porque sufrir…espero puedan ayudarme..muchas gracias!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio