Se dice que todas tenemos un precio. Que podemos aceptar un trabajo que no nos gusta por el sueldo que nos pagan. Que podemos llegar a transar nuestros principios por alguien y por algo. Cecil Chao vale 50 millones de euros. El precio lo puso su padre, un magnate de Hong Kong, y pretende pagarlo al macho valiente y decidido que conquiste el corazón de su hija lesbiana.
El señor Chao pone precio a la orientación sexual de su hija como si se tratara de una mercancía más. Me pregunto si le haría tanta gracia que su hija pusiera a la venta su propia heterosexualidad, ofreciendo 50 millones (aunque muchos se prestarían sólo por uno) al varón que pueda conquistar el corazón de su padre.
¿Cuánto vale tu propio lesbianismo? ¿Se puede poner precio a un cúmulo de sensaciones que ahora mismo, y sin que influya mi incompetencia con los números, me resulta difícil cuantificar? A quedarse mirando a una mujer fijamente, a estremecerse. A estremecerla. A sentir su cuerpo por las noches, a sorprenderla. A echarla de menos, abrazarla en la calle, presentarla, pasar el tiempo, imaginar el futuro.
En un mundo donde las mujeres se compran y se venden, se intercambian, se esconden, se queman, se apedrean, se esclavizan, se reprimen, se matan, se les priva del cuerpo, de la educación, de su sexualidad, de su decisión, de sus clítoris. En un mundo donde las mujeres son una de las partes más vulnerable de la sociedad, ¿cuál es tu precio?, ¿cuánto vale tu inclinación a amar y desear a otra mujer?
Yo conozco muchas que se venden por menos de 50 millones. Muchas que intercambian su libertad y sus derechos por una mirada recelosa. Una mala palabra. Por el intangible miedo al rechazo.
“Iros de aquí, no queremos verlo”. Gritó un grupo de adolescentes a dos chicas lesbianas en el parque de El Retiro cuando se besaban, a fines de septiembre. Las chicas se cogieron de la mano, se acercaron a ellos y repitieron el beso, esta vez a unos centímetros de sus caras. “No dejaremos de besarnos. Si no queréis verlo, no miréis”, respondieron las chicas, incapaces de poner precio a su opción de querer ser ellas mismas en los espacios públicos.
50 millones, quejas de los padres, rechazo de los desconocidos, inseguridades, incomprensión de los amigos. La moneda cambia en cada situación. Pero en cada caso tiene un mismo destino. Comprar el lesbianismo. Su visibilidad, su libertad, su expresión.
Dicen que todas tenemos un precio. ¿Cuál es el tuyo?, ¿cuántas veces te has vendido?
Van a hacer hasta película, por tomárnoslo un poco con humor, aunque no lo tenga… http://www.news-republic.com/Web/ArticleWeb.aspx?regionid=7&articleid=4594010
Qué fuerte! Gracias por la información 🙂
Tremendo escrito Maria. Me estremeció. Gracias
Gracias a ti Sandra!
Uf… Me he quedado sin palabras. Me ha encantado
Gracias Alma. Un abrazo
Hola María:
Espectacular.Muchas gracias
Muchas gracias 🙂
Yo personalmente no me he vendido nunca. Lo hepasado lo que se dice mal, pero negar mi propia naturaleza nunca, no podría ser yo, y si no soy yo, no soy nada.
Un saludo.
Muy bien Marta! Un abrazo para ti 🙂
Genial el artículo, y sí, soy mu abierta y todo mi entorno sabe perfectamente quien soy, pero sí que me he vendido (que mal suena..) en el trabajo, a la hora del estás casada? tienes novio? y soltar un no no.. nada, el precio: el posible rechazo. Con tiempo quizás si que lo aclarara todo, pero no estamos pa’ jugar con el trabajo.
Es cierto Almu, no están los tiempos para jugar con el trabajo. Pero también cierto que como dice la poeta Ajo: no hay tanto peligro para tanto miedo que tenemos… 🙂
…yo estoy más vendida…
Por un precio muy alto?
Más vale morir de pie que vivir arrodilla. Nuestra sexualidad ni se compra ni se vende
Así se habla cielonublado… Es una frase de cielo soleado, no?
jo había leído la noticia de Cecil Chao y el inútil de su padre pero no se me había ocurrido pensar que yo también me he vendido tantas veces… Gracias por la reflexión MJ, y por darme ganas para comprarme a mí misma, CUESTE LO QUE CUESTE!
Comprarte a ti misma… qué buena metáfora. Me la quedo!!
Eso no tiene precio, como dice el anuncio de la tarjetas de créditos… hay cosas que el dinero no puede comprar.
Para todo lo demás… visibilidad!
Como a alguien por quien sentimos amor (refiriendome al familiar) puede poner precio a la felicidad de su hija??!! Es por eso que tanntas temen contar su verdad a quienes amamos. Que facil seria saber la respuesta o la reaccion de todos los que nos rodean, seria mucho más fácil para ti y la novia. Ahora solo quiero a mi mujer de vuelta 🙁
¿Es una noticia real? ¿Un padre ofrece dinero para que la heterosexualicen? ¡No me lo puedo creer!
[…] tendencia! Esto de la moda lo captó un magnate de Hong Kong que puso en un escaparate a su hija lesbiana, ofreciendo 50 millones de euros al hombre que la conquistara. […]
Ahora sólo necesitamos un puñado de voluntarias para besos en el parque, abrir empresas donde sólo puedan trabajar las lesbianas (a ver qué tal les sentaría eso) y muchos retos, no para comprarnos a nosostras mismas, sino para ganarnos y conquistar poquito a poquito nuestra propia voluntad de nuevo.
Voluntarias???
mi venta es un poko peculiar, ya que para autolesionarme, busque dos hombres al azar y me acoste con ellos. consegui hacerme daño, mucho, y unas cuantas marcas en el brazo, pero a dia de hoy soy consciente de que lo supere, y no tengo telarañas en el armario esta bien ventilado o yo bien fuera, y feliz de superar errores.