He de confesar que me masturbo hace muchos años, aunque no os debería sorprender porque casi todas lo hacemos. Y me masturbo a diario, como mínimo una vez antes de irme a dormir. El orgasmo me ayuda a conciliar el sueño y a dormir mucho mejor (lo tengo comprobado). Antes me daba mucha vergüenza decirlo; incluso nunca hablábamos de eso en mi grupo de amigas. A día de hoy puedo decir que la masturbación es uno de los grandes placeres de los que dispongo.
Así que cuando vi el nuevo libro de Luna Miguel, una joven poeta y redactora, no me pude resistir a comprarlo. A principios de marzo salió a la venta El dedo. La autora anunció su publicación en las redes sociales y fue denunciada por Facebook “por mal comportamiento”. Seguramente se deba a que este librito, publicado por Capitán Swing en ebook, es un ensayo sobre la masturbación femenina. Miguel explicaba en su blog este suceso:
En ese momento me reí: ¡soy una terrorista de la masturbación! ¡Pero venga, vamos, si sólo me toco un par de veces a la semana, y para liberarme del estrés que me producen el trabajo y el embarazo! ¡No me podéis castigar por hablar en 60 páginas de nada de un tema que tan bonito, y que yo creo haber abordado también de una manera tierna y sencilla! ¡Pero qué *************!
En efecto:
El dedo es
un pequeño texto en forma de ensayo que habla de la masturbación con un cariño que ha hecho de esta lectura uno de mis libros de cabecera. Recopila poemas, relatos, entrevistas y reflexiones que giran alrededor del autoplacer y que componen una sinfonía de voces capaz de dar visibilidad a algo tan natural como lo es la masturbación. Además, cuenta con un montón de referencias a lecturas, películas y artículos que podemos consultar para ahondar más en el tema.
Entre los personajes que aportan su opinión en el ensayo se encuentran Amarna Miller, a quien
entrevisté hace unos meses, o Marisol Salanova, filósofa y editora.
También descubrimos una tendencia literaria a escribir sobre la masturbación, como el poema de Anne Sexton: “La balada de la masturbadora sola”. En este libro descubriremos que “la literatura está llena de manos húmedas”, como dice la autora.
Luna Miguel trata temas tan variados como el origen de dedillo, la “histeria” femenina y cómo se refleja en la literatura, la masturbación durante el embarazo o durante la menstruación o lo que piensan los hombres sobre el autoplacer femenino. El dedo recoge distintas ideas, contrastadas y ejemplificadas, y su autora las vuelca en el texto con esa pluma tan elegante, sincera y respetuosa.
A mí me llaman mucho la atención este tipo de libros sobre la masturbación femenina. Soy una gran fan de la masturbación y la apoyo siempre. Creo que una debe conocer su cuerpo y ser capaz de hacer con él lo que quiera. Estoy de acuerdo con Luna Miguel cuando comenta la obra de la sexóloga Betty Dodson:
Si no conocemos nuestro cuerpo, no somos libres.
Si tenemos miedo a tocarlo, no somos libres.
Si no sabemos cómo funciona, nunca podremos decidir cómo, con quién o para qué queremos utilizarlo.
Y por eso creo que necesitamos El dedo, para ser conscientes de esa liberación y tener presente que masturbarse no es un juego de crías, no es “hacerse un dedillo”. Es mucho más y hay mucho más detrás de ello. Si no lo hubiera, Luna Miguel habría podido hacer difusión de su libro sin que le cerraran la cuenta de Facebook. Me sabe muy mal decirlo (y lo siento por los cinco días en los que no pudo entrar en su cuenta), pero me alegro de que se la hubieran cerrado, porque eso pone sobre la mesa el problema que la autora plantea en el primer capítulo del ensayo.
Era imposible pensar que hacerse una paja y hacerse un dedillo formaran parte del mismo acto: lo primero podía proclamarse, lo segundo siempre habría de permanecer oculto.
¿Pero por qué tiene que permanecer oculto algo tan natural, tan humano, tan íntimo, tan satisfactorio como la masturbación femenina? Me niego. Si hablar de masturbación femenina es, como dice Miguel, ser “una terrorista de la masturbación”, me uno a la causa. Seamos todas terroristas de la masturbación y fomentemos el terrorismo de la masturbación. Solo así conseguiremos normalizar esta práctica.
Juro que he intentado buscar defectos al libro, pero no los he encontrado. Estoy de acuerdo con cada frase de la autora y os daréis cuenta porque la citaré más de una vez en mis artículos, seguro. Lo único que se me ocurre es que se me ha hecho corto: habría podido seguir leyendo sobre lo que se hace con El dedo muchas páginas más. Pero quizá el hecho de que sea tan breve y conciso es justamente lo que hace que una reflexione.
No voy a decir nada más sobre El dedo para que lo leáis como yo: teniendo una ligera idea de lo que os vais a encontrar, tan ligera que asintáis a las palabras de Luna Miguel mientras lo vais leyendo en el metro y subrayéis las frases que más os llegan. Ah, y no olvidéis lo del terrorismo de la masturbación.
qué cosas!