Cuando Natalia no le respondió el teléfono en toda la mañana, Marta supo que las cosas no iban bien. Aprovechó la hora de la comida para ir a casa y ahí, en la cama, encontró a su mujer desganada.
“Era el cuarto intento que hacíamos para ser madres a través de una inseminación artificial. Es tanta la ilusión y las ganas que pones en cada proceso que cuando las cosas no salen bien te vienes abajo y ya no te dan ganas de seguir intentando”, nos cuenta Marta.
En la pareja, aunque ambas querían ser madres, era Natalia quien tenía el anhelo de vivir el proceso del embarazo. En ese momento tenía 38 años y un estilo de vida saludable, no obstante, las inseminaciones artificiales no lograron el esperado objetivo.
“Llevábamos varios meses con el proceso y las ganas. Pero después de la cuarta vez que no pasaba nada pensamos en abandonar. Pero los médicos nos recomendaron que probáramos la Fecundación In Vitro, así que nos lanzamos”.
La Fecundación In Vitro (FIV) es uno de los procedimientos a los que mujeres heterosexuales y lesbianas se someten para conseguir un embarazo, y consta de las siguientes etapas:
En el siguiente vídeo se explica todo claramente
[youtube]https://youtu.be/EKxQM2ApjVs[/youtube]
Marta y Natalia esperaron un par de meses pare recuperar el ánimo y comenzaron el tratamiento FIV. “Yo recomiendo a las mujeres que no pierdan las esperanzas. Los procesos a veces son largos, y las malas noticias dolorosas, pero cuando por fin lo consigues es espectacular. Es como cuando te enamoras y estás en una nube de felicidad… ‘vamos a ser mamás’, nos cuenta Marta, que junto a su esposa es madre de Noa y Cayetana, sus mellizas de 22 meses.
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