Tengo que reconocer, aunque a Inés no le guste nada que lo diga, que cuando me la presentaron, no me llamó la atención. Es verdad que tenía una cara y un cuerpo bonito, pero su actitud borde le restó muchos puntos. A medida que avanzó la conversación me pareció prepotente y ya pasó de no llamarme la atención a caerme mal.
Nos seguimos encontrando ya que una de mis amigas solía invitarla cuando quedábamos. Querían liarme con ella y yo me resistía. “Ni en un millón de años”, decía. Ajá…
A medida que la fui conociendo me di cuenta que esa “bordería” era una defensa y una máscara de su timidez. Y aunque era un poquito subidita, realmente era divertida y buena chica, me fue conquistando rápidamente.
No soy de liarme en la primera cita, pero Inés y yo ya teníamos un tonteo prolongado, así que caímos fácilmente la una en los brazos de la otra. Tampoco suelo esperar grandes cosas de un primer polvo. Ya sabéis como es esto. De ahí hasta que te conoces con alguien… Pero con Inés me sucedió algo que nunca me había pasado, ni siquiera después de meses o años de relación: Vi las estrellas. Vamos, que recorrí galaxias enteras de puro placer.
¿Pero esto qué es? Solo me repetía a mi misma… ¡Dios mío! Y es que soy atea.
Inés ha sido –y sigue siendo- la mejor amante que he tenido. Muchas veces mis amigas me preguntan. “¿Pero por qué, qué hace, cómo lo hace?” Creo, después de una asidua investigación personal, que he desentrañado sus 5 secretos:
- Se toma su tiempo
Las cosas bien hechas requieren su tiempo. Inés lo sabe. Se toma su tiempo en mi cuerpo. Aunque hayamos quedado a cenar, ella no anda con prisas. Hasta mirarme lascivamente lo hace lentamente. Desde la distancia o la cercanía. Tocarme, besarme, lamerme, todo con calma. Acrecentando más y más el placer.
- No tiene miedo ni complejos
Libertad. Así de simple y así de complejo. Inés no busca ocultar alguna estría, un pequeño michelín, algo que no le guste de sí misma. No. Se comporta como si su cuerpo fuera el templo más perfecto del placer. Y eso es muy sexy. He estado con chicas que se tapaban, que se sentían avergonzadas de cualquier cosilla, y eso, a la hora del sexo, resta.
No tiene miedos, en la cama es completamente libre para explorar en ella y en mí. Está abierta a todo, y si algo no le gusta, lo expresa.
- Tiene muchos juguetes que usa sin perder ella su protagonismo
Inés tiene un pequeño arsenal. Bien pensando y bien elegido. Todo de LELO, todo de una calidad y un rendimiento excelente. Sus juguetes son su complemento. Nunca te deja sola con él. Ella siempre mantiene el protagonismo. Quizás me está volviendo loca con el Soraya Wave, que estimula mi clítoris a la vez que mi punto G en mi vagina (es mi juguete favorito) mientras ella está moviendo su boca magistralmente en mis pechos. O me tiene sentada sobre sus piernas manteniendo a Sila o Sona 2 (maravillosos estimuladores de clítoris) entre mis piernas, mientras con la otra mano juega con mis pezones y con su lengua se entretiene en la parte trasera de mi cuello. - Se comunica
Inés habla de sexo. En la cama y fuera ella. Habla de lo que le gusta, me pregunta, investiga, indaga, juega. Escribe, canta. Da igual cómo lo haga, pero lo hace. Se comunica, comentamos nuestros encuentros, fantaseamos juntas, piropeamos nuestros cuerpos, nuestras técnicas. Hablamos abiertamente de cuando no nos apetece, de cuando estamos cansadas, de cuando una quiere y la otra no.
Intentamos que jamás hayan tabúes. La comunicación es uno de los pilares más importantes de nuestra vida sexual.
- Te hace sentir una diosa
Suena como una tontería pero no lo es. Todo lo contrario. Inés me hace sentir profundamente deseada, me hace sentir completamente hermosa y sexy. Y eso me excita muchísimo. Da igual que ya llevemos casi dos años juntas. Lo sigue haciendo tan bien como el primer día.