No quiero tener pareja, estoy cansada de eso, pero sí quiero ser mamá
Me llamo Sara, vivo en Madrid y tengo 35 años. Soy lesbiana desde que tengo uso de razón, o sea desde los 3 años que lo tengo claro, cuando iba a la escuela infantil.
Soy la segunda de cuatro hermanos, la que siempre fue considerada la hija ejemplar, la más estudiosa, la más lista y ordenada, hasta que salí del armario a los 17 años y ahí perdí muchos puntos para mi familia.
Me mandaron al psicólogo, y cuando vieron que no podían “arreglarme” nada, y que seguía siendo la misma persona, después de un proceso de más o menos un año de aceptación de mis padres y abuelos, volví a ser “la mejor”.
Mi primera novia la tuve con 17, y de ahí otras tres más. La última fue mi relación más larga, de los 29 a los 34. Pensé que nos casaríamos y tendríamos hijos pero, la vida no siempre va por donde una quiere.
No quiero tener pareja, hace tiempo que me desinstalé las aplicaciones de ligar. Ahora mismo estoy muy centrada en mi carrera profesional, mis amigas y mi familia, con quien tengo una magnífica relación.
No quiero tener pareja, pero sí quiero tener hijos. Llevo ya un par de años dándole vueltas en mi cabeza al tema de la maternidad, siento que es el momento adecuado.
Cuando tomé la decisión lo primero que se me vino encima fue un caudal de miedos: ¿Seré capaz? ¿Si hay parejas de dos mamás superadas por sus hijos, podré yo sola con uno? ¿Y si me arrepiento? ¿Y si no sale bien? ¿Y si no consigo embarazarme?
El miedo se turnaba con la ilusión de imaginar a mi bebé en casa, a mis padres como abuelos, a mi saliendo a andar en bicicleta con un mi peque montado en una sillita junto a mí.
Investigué clínicas de fertilidad y bancos de semen. Elegí uno que me gustó en Dinamarca, Cryos. Los países nórdicos siempre me han parecido más avanzados en todos los sentidos, y quiero que mi peque tenga esos genes.
La clínica de fertilidad se encarga de encontrar un donante que se parezca a mí. Dentro de todos los tratamientos me decanté por una fecundación in vitro, aunque es más cara que la inseminación, quiero tener la posibilidad de tener varios embriones con semen del mismo donante. En mi cabeza imagino una gran familia, y me siento tranquila con la posibilidad de que aunque pasen los años, mis embriones jóvenes siguen ahí, congelados esperando.
Temí que al contarlo algunas personas me tacharan de egoísta por tener hijos sin pareja, sin otra madre. Pero la verdad es que las reacciones de mi entorno han sido muy positivas, mis padres y hermanos están ilusionados y mis amigas muy contentas, ya varias de ellas tienen niños pequeños. ¡Un primito más!
Encontré un grupo de madres solteras en facebook en el que he resulto muchas dudas y en el que contamos nuestras experiencias, también otro donde hay muchas madres lesbianas que han tenido a sus hijos por el banco de semen de Cryos.
Me he dado cuenta de que madres solteras somos muchas, cada vez más, que ya no cargamos con el peso que las madres solteras llevaban antes, ese estigma, ese prejuicio.
He leído que los hijos de madres solteras por elección crían hijos que no tienen ninguna desventaja ante los que son criados por dos progenitores, todo lo contrario, crían hijos fuertes, saludables y seguros de sí mismos.
Antes de que acabe el año espero estar embarazada. Ya os iré contando…